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Interpretación de Verhagen como una lectura histórica

¿Se vale que, haciendo crítica, propongamos una forma de entender la pieza artística? ¿Es un gesto de originalidad legítimo y útil? ¿No será que le estamos imponiendo una mirada al público?


Por Fernanda Leaño Martín



A mí me parece que la interpretación de Verhagen es una lectura histórica que nos ayuda a entender el contexto del cual viene lx artistx Zanele Muholi, quien es de origen sudafricano y, además, activistx de la comunidad LGBTIQ+ negra (ellx se describe a sí mismx como activistx visual). Este texto describe el trabajo de lx artistx desde una mirada que se preocupa por traer puntos claves en la historia de opresión racial y hacia las comunidades disidentes en Sudáfrica. Esto se propone como pistas e información indispensable para entender las exploraciones y el cuerpo de obra de Muholi. 




 

¿Se vale que, haciendo crítica, propongamos una forma de entender la pieza artística? ¿Es un gesto de originalidad legítimo y útil? ¿No será que le estamos imponiendo una mirada al público?


Hablando desde mi experiencia al enfrentarme a textos de crítica, siempre los leo como perspectivas que alguien más comparte acerca de una pieza. Nunca las tomo como verdades absolutas o como la única manera legítima de aproximarnos a un objeto, experiencia, etc. Me parece que enriquecen mucho, tanto a la obra, como al artista y los espectadores, que se compartan y propongan distintas maneras de repasar o interpretar una misma creación. Siempre encontraremos recovecos a los que quizás nosotros nunca nos hayamos adentrado al enfrentarnos a la pieza en cuestión. Además, creo que estamos en un momento donde el arte busca ser abierto; a muchos artistas ya no les interesa imponer una sola forma de aproximarnos a sus obras, buscan más la potencia de un objeto que la clausura de un discurso. 


Últimamente, he estado pensando mucho en lo que el arte contemporáneo y las prácticas artísticas se han convertido al profesionalizarles, es decir, academizarlas y casi tratar de formularlas como una receta que cualquiera que la siga podría encontrar éxito al insertarse, siguiendo dichos pasos, al circuito y mercado del arte. Hemos disecado, despojado de su sensibilidad, y convertido en algo monolítico la herencia directa que recibimos del dadaísmo, de las prácticas anti-arte, anti-mercado, anti-academia, entre otras. Parece que hemos reducido el valor de las obras dependiendo de su funcionalidad como objetos de divulgación científica —que, por supuesto, tendrían que pasar por las metodologías de la academia occidental como el método científico y/o utilizar las herramientas de las que se valen las ciencias sociales—, dónde no puede faltar la investigación rigurosa. 

 

Hace poco me encontré con la serie de la BBC Four, Art Safari, donde cada capítulo explora el proceso creativo de algún reconocido artista contemporáneo. Yo decidí ver el capítulo titulado Sophie Calle: Conceptual Heart. En dicho episodio, el conductor Ben Lewis, explora la obra y procesos de la artista francesa, Sophie Calle. Me llamó la atención la pieza “Exquisite pain”. La artista y su entonces novio habían planeado encontrarse en el aeropuerto de Nueva Delhi tres meses después de haberlo acordado, meses en los cuales estuvieron separados. La fecha llegó y el novio nunca llegó, Calle decidió llamarlo para exigir una respuesta. Él le compartió su imposibilidad de viajar y también de continuar con la relación. Por los siguientes 30 días, la artista buscó a cualquiera que estuviera dispuesta a escucharla para intercambiar historias. Ella les pedía que le contaran el momento más doloroso que habían tenido que atravesar en sus vidas y a cambio ella contaba la historia de su ruptura. 


En el episodio podemos ver a Ben Lewis sentado a un lado de Calle en la exposición de dicha pieza. Él le dice lo siguiente: 

 

Ben: “He leído muchos catálogos acerca de tu obra y hablan sobre Roland Barthes, la muerte del autor, Derrida. ¿Has leído ese material?”.

Sophie:  “No.

Ben: “¿Significa algo para ti?”.

Sophie: “No.

Ben: “¿Y qué pasa por tu cabeza cuando lees eso?”

Sophie: “No lo leo”.

 

Al inicio del capítulo, Ben presenta a Sophie como una de las artistas contemporáneas más importantes de Francia. La forma en la que la introduce y la conversación que transcribí anteriormente me regresan a pensar en lo que decía en el primer párrafo. Cualquier académico o teórico podrían argumentar que lo que Sophie hace en esta pieza —y en general en todo su cuerpo de obra— es una forma de etnografía aplicada al arte, o que ella es una especie de artista-socióloga, entre otras categorías. Y, en teoría, tal vez sí lo sea. Pero la libertad de su práctica radica en que utiliza su sensibilidad para observar a los demás y jugar con eso que le confían o le comparten. Para mí, eso es lo que hace interesante a Calle, y no su lista de referencias o teorías a las que se apega y con las cuales trata de encasillar y legitimar —bajo las lógicas de la academia occidental—su obra.


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