La directora Zia Anger explora cuestionamientos como los siguientes: ¿puede una película ser un proceso vivo y no un producto final?, o qué pasa cuando un proyecto no es seleccionado por ninguna convocatoria a la que aspiraba, ¿sería el fin de ese proyecto?
Por Fer Leaño
Es 2010, tienes 25 años, acabas de graduarte. Reúnes una pequeña cantidad de dinero para poder filmar la que sería tu ópera prima con la ayuda de tus amigos y familia. Regresas a tu pueblo de origen y comienzan el rodaje. Terminas de grabar después de muchas pastillas de Adderall, de muchos conflictos, de pasar por tu segundo aborto y de haber roto la amistad que te unía con casi todos los que te estaban ayudando a realizar tu proyecto. En 2012 envías la película a todos los festivales de cine que puedes, para 2013 todos y cada uno de ellos te rechazan, después de recibir la última respuesta orinas sangre. Te avergüenzas tanto de tu proyecto, el que creías te convertiría en la nueva directora de cine indie más cool de Estados Unidos, que decides tratar de enterrarlo, olvidarte de él. Ni siquiera te atreves ya a decirle a la gente que eres cineasta. Por un par de años te conviertes en niñera. Varios años después, curioseando por internet, entras a tu perfil de IMDb que menciona este proyecto que realizaste, pero se considera “abandonado”. Piensas: es cierto que no salió al mundo, no se proyectó en ninguna parte, pero nunca lo “abandonaste”. Así que, con el enojo y frustración de alguien a quien no se le representa como quisiera (y sumándole que eres milenial), tuiteas sobre la situación. Un amigo te lee y te propone presentar tu trabajo perdido y “abandonado” en un microcine en Brooklyn. Aceptas.
En 2018, en algún cine de Brooklyn, Zia Anger presentó una performance metanarrativa donde proyectaba fragmentos de algunos de sus trabajos “abandonados” de los últimos 10 años, incluyendo su primer largometraje, Always, All Ways, Anne Marie (2012). A la par de los videos añadió sus propios comentarios y reflexiones a través de la superposición de una ventana de procesador de texto donde escribía en tiempo real una narrativa sobre la realización, sobre cómo ahora se siente sobre esos videos y sobre cómo debería sentirse el público acerca de ellos. Esta pieza derivó en un ejercicio de cine expandido que se convirtió en la película de 2024 My first film, que desde el inicio nos advierte: “Esto probablemente no debería de ser una película… pero lo es”.
My first film es una cómica y cruda metapelícula. Cuenta, desde el presente, la historia de la directora, Zia Anger, bajo el nombre de Vita (Odessa Young), sobre el proceso de filmación de su primer largometraje 10 años atrás. Vita, quien se toma muy en serio a sí misma —tanto que cree que es la única que lo hace —, tratará de filmar su primera película con la ayuda de sus amigos y familia, mientras intenta resolver conflictos personales como lidiar con un molesto e infantil novio y la experiencia de un segundo aborto.
Anger no se cuenta a sí misma desde un discurso épico, sino que asume con honestidad la responsabilidad de los errores y el daño que causó a quienes la acompañaban. Esto me hace pensar que quienes realmente sostienen la producción artística o creativa, de cualquier tipo, siempre son tus vínculos más cercanos, familia y amigxs. En alguna clase, de la carrera en artes, un profesor nos advirtió que si nos ibamos a dedicar al arte, tendríamos que olvidarnos de todo lo demás. Yo creo que el proceso y la visión creativa nunca están por encima de nuestras relaciones, ¿por qué a las escuelas de arte se les escapa —o se rehúsan— a reconocer esto? “No amount of real is worth someone’s life. And I still think about how we can take care of each other / Ninguna cantidad de realismo equivale a la vida de alguien. Y todavía pienso en cómo podemos cuidarnos unos a otros”.
Con la repetición del aforismo “This is a true story / Ésta es una historia real”, Anger juega y expande las formas de la autonarración, difumina los límites entre memoria y ficción (si es que son cosas distintas). Con esto nos hace preguntarnos por el “cómo” y el “desde dónde” de la narración que hacemos de nuestra propia vida. My first film, que se encuentra disponible en MUBI, es una búsqueda por autoafirmarse desde lo inacabado —“It doesn’t end / No termina”—, desde el caleidoscopio identitario…
Me sentí identificada con el proceso de Vita que, al igual que yo, es una creativa que está en sus veintes. No sé si he logrado descifrar esta etapa muy bien, pero para mí se caracteriza por la omnipresencia de los siguientes pensamientos: “No estoy haciendo lo suficiente, se me está escapando la vida”. “A esta edad debería de estar logrando un montón de cosas, cumpliendo todo lo que alguna vez imaginé”. Anger, que ya vivió las consecuencias de Vita, me recuerda que las cosas nunca son tan fatalistas ni determinantes (el miedo al error luego puede derivar en la peor forma de censura, la autocensura). Incluso lo que escondemos en el cajón de “lo fallido” o “lo abandonado” pueden no serlo del todo y resurgir con mucha más fuerza 10 años después.
Bibliografía:
· About. (s. f.). Zia Anger. http://www.ziaanger.com/
· Colina, M. A. (2024, 6 septiembre). Triunfa cineasta con filme sobre su «fallida» ópera prima. Reforma. https://www.reforma.com/triunfa-cineasta-con-filme-sobre-su-fallida-opera-prima/ar2869067
·MUBI. (2024, 16 septiembre). MY FIRST FILM | Behind the Scenes | MUBI [Vídeo]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=4K7H6vVzMxE