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"Semana Crítica", las reflexiones de Luz Emilia Aguilar Zinser y Zavel Castro

La crítica de arte contemporáneo está cambiando, y en Guadalajara tenemos una gran oportunidad para repensarla. Tomando como punto de partida las reflexiones de Luz Emilia Aguilar Zinser y Zavel Castro en el podcast Semana Crítica, podemos cuestionar la idea del crítico como una figura de autoridad que dicta qué es valioso y qué no. En lugar de eso, podemos verlo como alguien que facilita el diálogo entre artistas, obras y público.

 Por Alejandra Noemí Granados Pinto





En nuestra ciudad, ya hay ejemplos de esta transformación. Colectivos como Hilos han demostrado que el arte y la crítica pueden construirse desde la colectividad. Su proyecto Sangre de mi sangre, un tejido de gran escala teñido de rojo, aborda la violencia feminicida en Jalisco. En este caso, la obra no solo genera un mensaje potente, sino que invita a la reflexión conjunta, algo que podría replicarse en otros espacios culturales.


Esta idea de la crítica como conversación también podría aplicarse a festivales y eventos que ya tienen un público activo, como el Festival Cultural de Mayo o la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. En lugar de que la crítica quede en manos de unos cuantos especialistas, se podría abrir a la participación de espectadores, artistas y lectores, ampliando la diversidad de voces y perspectivas.


Además, una crítica que salga de los círculos de "alta cultura" permitiría valorar expresiones artísticas que muchas veces quedan fuera del análisis tradicional. En una ciudad donde conviven la danza contemporánea, el cine independiente, el arte urbano y las tradiciones populares, generar espacios de intercambio crítico ayudaría a entender mejor el impacto del arte en la sociedad.


Si pensamos en cómo sería una crítica verdaderamente colectiva en Guadalajara, podríamos imaginar encuentros donde en vez de imponer juicios, los críticos se sienten a escuchar y dialogar con los creadores y el público. En la Muestra Internacional de Danza Contemporánea, por ejemplo, se podría experimentar con formatos de conversación abiertos después de las presentaciones, donde se compartan experiencias y preguntas en vez de emitir veredictos sobre la obra.


En lugar de ver la crítica como una tarea de expertos aislados, podríamos construirla juntos, reconociendo que el arte no se completa en la soledad del estudio o el escenario, sino en la manera en que resuena en quienes lo experimentan. Si logramos transformar la crítica en un espacio de encuentro, Guadalajara podría convertirse en un referente de nuevas formas de pensar y discutir el arte.


Si nos reunimos no para presumir lo que pensamos, sino para hacer algo con la crítica, podríamos imaginar un espacio donde la conversación no termine en el juicio sobre una obra, sino que sirva para generar nuevas conexiones, preguntas y hasta proyectos artísticos.


Podría ser un laboratorio de crítica viva, donde en lugar de escribir textos cerrados, trabajemos en intervenciones críticas dentro de las mismas obras o espacios expositivos. Imagino, por ejemplo, una visita a una exposición en la que en lugar de un catálogo o cédulas explicativas, las impresiones del público y los críticos se integren en tiempo real, con pizarras, notas de voz, dibujos o gestos. Así, la crítica no llegaría después de la obra, sino que formaría parte de su experiencia.


Otra idea sería hacer sesiones de “crítica expandida”, donde cada quien traduzca su percepción de una obra en otro lenguaje: un crítico de teatro podría responder a una pieza con un pequeño guion, alguien de artes visuales con un collage, otro con un ensayo breve, y así convertir la conversación en una obra en sí misma. También podríamos jugar con la idea de la crítica como mediación, creando encuentros entre artistas y públicos que normalmente no se cruzan, buscando que la crítica sirva para tejer redes en lugar de levantar barreras.


Lo importante sería salir del esquema donde la crítica es una sentencia y convertirla en una acción, en algo que no solo describe o valora, sino que transforma la manera en que nos relacionamos con el arte.

¿Y si la crítica no fuera el final del proceso, sino el principio de algo más?


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