La persistencia sonora ante la necrópolis olvidada
Por Diego Aponte Cabrera
La experiencia estética es, ante todo, un evento situado en el tiempo y el espacio, y el encuentro con la obra Sigo aquí, de Valeria Sofía González Alcaraz, fue partidario de mi interacción con ello. Ocurrió un martes 25 de noviembre, en el Edificio de Cultura y Arte (V) del ITESO, dentro de la presentación de trabajos finales del Taller de creación artística de Imagen y el de Palabra y sonido. Me resultó irónico que la actividad se anunciara bajo la premisa de un “taller abierto” porque la sala carecía de ese desorden y gestión propia de los procesos creativos; no había bocetos ni errores a la vista, solo el producto terminado en crudo. La pieza se erigía solitaria sobre su caballete, acompañada de un dispositivo móvil y unos audífonos con cancelación de ruido, que prometían una desconexión total del murmullo académico circundante. Este gesto de aislamiento voluntario funcionó como el primer umbral hacia la atmósfera que la artista buscaba construir, una que nos deposita en la soledad de un camposanto olvidado.
Por Diego Aponte Cabrera
La experiencia estética es, ante todo, un evento situado en el tiempo y el espacio, y el encuentro con la obra Sigo aquí, de Valeria Sofía González Alcaraz, fue partidario de mi interacción con ello. Ocurrió un martes 25 de noviembre, en el Edificio de Cultura y Arte (V) del ITESO, dentro de la presentación de trabajos finales del Taller de creación artística de Imagen y el de Palabra y sonido. Me resultó irónico que la actividad se anunciara bajo la premisa de un “taller abierto” porque la sala carecía de ese desorden y gestión propia de los procesos creativos; no había bocetos ni errores a la vista, solo el producto terminado en crudo. La pieza se erigía solitaria sobre su caballete, acompañada de un dispositivo móvil y unos audífonos con cancelación de ruido, que prometían una desconexión total del murmullo académico circundante. Este gesto de aislamiento voluntario funcionó como el primer umbral hacia la atmósfera que la artista buscaba construir, una que nos deposita en la soledad de un camposanto olvidado.
Formalmente, la obra se compone de dos elementos que operan en tensión dialéctica. Por un lado tenemos un lienzo de 50x60 cm pintado en acrílico, donde se observa la figura de un arcángel de piedra devorado por el musgo que sostiene una corona de flores pétreas. La ejecución técnica, de tonos fríos y pincelada algo plana, toma una cualidad casi documental, capturando la textura de la erosión con una frialdad clínica.
Por otro lado está el componente sonoro: una pista binaural de un minuto y medio que rompe la estaticidad de la pintura. Al colocarse los audífonos la imagen bidimensional cobra una profundidad espacial perturbadora. Se escuchan pisadas sobre grava y maleza seca, el crujir de la tierra y una respiración que se siente ajena pero íntima, todo envuelto en una atmósfera de instrumentos de cuerda graves y reverberantes que sugieren una inmersión abismal.
Esta dualidad entre la imagen que decae y el sonido que persiste me remite a la estética de la ruina planteada por Georg Simmel, para quien la ruina representa el momento en que la naturaleza comienza a reclamar la obra humana, rompiendo la forma impuesta por el espíritu. Pero en Sigo aquí no hay una reconciliación pacífica con la naturaleza, es una denuncia de la negligencia. Ese ángel cubierto de moho es un testigo del abandono sistemático que sufren nuestros espacios de memoria. La corona de flores que sostiene la escultura, símbolo tradicional de la eternidad y el recuerdo circular, se revela aquí como una promesa rota; hecha de piedra, también ella está condenada a desaparecer bajo el peso del olvido.
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| Imagen de Pexels. Daian Gan. |
La relevancia de esta pieza se agudiza al contrastarla con la realidad material de Guadalajara. La “presencia silenciosa” que la artista busca recuperar en su obra resuena con una crisis funeraria tangible en la ciudad. Investigaciones recientes señalan que de las aproximadamente 250,000 tumbas en los cementerios municipales, cerca del 50% presentan morosidad en sus pagos de mantenimiento y, lo que es más alarmante, alrededor de 118,000 criptas se encuentran en estado de abandono total. Estas cifras transforman la pintura de González Alcaraz en un retrato estadístico, donde el ángel ruinoso es uno de los miles que hoy se desmoronan en el Panteón de Mezquitán o en el de Guadalajara, donde la "perpetuidad" legal se ve amenazada por la falta de pago y el paso del tiempo, permitiendo a la autoridad exhumar restos áridos tras seis años de olvido administrativo.
Es aquí donde la obra dialoga potentemente con prácticas artísticas contemporáneas que abordan la muerte y la memoria. Si Teresa Margolles en sus Recados póstumos sacaba el duelo a la calle mediante las marquesinas de cines abandonados para hacernos testigos forzosos del dolor, González Alcaraz realiza la operación inversa (nos introduce virtualmente en el cementerio), pero con el mismo fin político: obligarnos a mirar lo que preferimos ignorar.
El uso del sonido binaural conecta también con las caminatas sonoras de Janet Cardiff, creando una "presencia fantasma” que superpone una realidad grabada sobre nuestra percepción actual. Pero mientras Cardiff suele jugar con la ficción narrativa, aquí el sonido funciona como una herramienta documental, un "embalsamamiento sonoro” en términos de Jonathan Sterne, quien sugiere que la grabación de audio nació del deseo de preservar la vida frente a la muerte.
La pieza me hizo cuestionarme profundamente sobre el destino de la memoria en una sociedad que privilegia la inmediatez. ¿Qué pasa cuando el cuerpo desaparece y la piedra se rompe? Sigo aquí propone que, ante la falla del soporte material (la tumba), el sonido se convierte en el último refugio de la existencia. Es un fenómeno que Mark Fisher describiría como “hauntología”, esa persistencia del pasado que nos asedia como un espectro porque el futuro ha sido cancelado. El audio de la obra que texturiza la suciedad de hojas y tierra actúa como ese fantasma que se niega a ser silenciado.
La propuesta de Valeria Sofía es una advertencia ética. En un país donde la crisis forense satura los institutos de ciencias con cuerpos sin identidad, y donde la cremación gana terreno borrando los lugares físicos de duelo, Sigo aquí persiste en que la memoria necesita un espacio para habitar. Nos invita a prestar oídos a esa “grieta temporal” y escuchar aquello que, a pesar del abandono y la ruina, todavía respira y nos interpela desde el otro lado del silencio.
Referencias
1. Las ruinas: Una poética del tiempo - Universidad Andrés Bello.
2. Cemetery Angel.
6. Traversal through virtuality: Janet Cardiff's colors of sounds - Columbia University, http://www.columbia.edu/~hy2031/papers/Cardiff_interactiveDiscourse.doc
7. The Audible Past: Cultural Origins of Sound Reproduction - screen and audiovisual research unit, https://culturetechnologypolitics.files.wordpress.com/2015/11/jonathan-sterne-the-audible-past-intro.pdf
8. Ghosts of My Life: Writings on Depression, Hauntology and Lost Futures, https://ia802901.us.archive.org/9/items/MarkFisherGhostsOfMyLifeWritingsOnDepreBookZZ.org/%5BMark_Fisher%5D_Ghosts_of_My_Life_Writings_on_Depre%28BookZZ.org%29.pdf
9. Los Cuerpos Ya No Caben en el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses - N+, https://www.nmas.com.mx/guadalajara/saturado-el-instituto-jalisciense-de-ciencias-forenses
10. Cremación supera a la inhumación en España (Radiografía 2025) - Crossing World Group, https://crossingworldgroup.com/cremacion-en-espana-2025-radiografia /