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¿Las ciudades son de quienes las habitan o de quienes tienen el poder de cambiarlas?

Guadalajara es una ciudad bellísima, repleta de cultura y arte; sus calles, llenas de vida, atraen a cualquiera que las recorra, pero una grave e inquietante realidad se esconde debajo de estos tesoros: una ciudad llena de miedo e injusticias y un intento sistemático de silenciar las voces que denuncian lo que el poder prefiere ocultar. ¿Cómo podemos evitar el olvido de las cicatrices de nuestro hogar?


Por Ana Carolina Hernández Castellanos



¿Qué nos dice una ciudad que borra, una y otra vez, los espacios donde esas voces se hacen visibles? Como todos sabemos, el Mundial de futbol que tomará lugar en nuestra ciudad comenzará en junio de 2026 y Guadalajara está remodelando parques, glorietas y monumentos; nuestra ciudad está cambiando, y es muy interesante pensar qué nos dicen estas transformaciones sobre su futuro.

En peligro de ser borrado es una pieza colectiva y digital realizada por los artistas Viridiana Vera Daniela Ortiz, Fernanda Leaño, Grissel García, Tamara Iztel y Montserrat Reyes. Este proyecto audiovisual se desarrolla con base en un videojuego en donde un avatar recorre un metaverso construido a partir de caminatas reales por distintos puntos de Guadalajara y Zapopan. En estos trayectos —Centro de Guadalajara, Centro de Zapopan, MUSA y Glorieta de los Desaparecidos— el equipo documentó sesenta elementos urbanos, integrados después al entorno virtual. La pieza fue presentada en el Instituto de Derechos Humanos Francisco Tenamaxtli el viernes 21 de febrero del 2025; se proyectó sobre una pantalla blanca y, a la par, se entregaron folletos con el texto curatorial y un QR para que el público pudiera interactuar con el avatar y realizar el mismo recorrido en sus celulares. 




Este proyecto trae a la mesa una problemática más amplia que solo el Mundial. Señala el deseo de borrar los espacios que resisten: el Parque Revolución (Parque Rojo), la Minerva, la Glorieta de los Desaparecidos, el andador de Avenida México y los letreros de AmoZapopan y GDL son algunos solo ejemplos de los miles de lugares intervenidos por colectivas, protestas y familias que han convertido el paisaje urbano en un archivo de las violencias que atraviesan el país. La acción de cubrir, borrar, tapar y reconstruir a partir de un grito de revolución y cambio hace que estas remodelaciones se sientan invasivas y agresivas. Este encubrimiento tiene como objetivo un olvido activo y un desentendimiento de la realidad en la que nuestra ciudad se desenvuelve.


Para no caer en este olvido colectivo, tenemos que documentar y registrar el estado arquitectónico de nuestra ciudad; es una forma de resistencia ante estas remodelaciones innecesarias y sin prioridad. Esto es lo más fructífero del proyecto: además de crear un registro inmortal (gracias a internet), es una forma de protesta en contra de estos desplazamientos forzados que transforman nuestra ciudad.


Por estas razones, En peligro de ser borrado no es solo una obra artística, sino una resistencia ante estas problemáticas. Esta pieza hace que uno se cuestione las prioridades del Estado y de la ciudad; por ejemplo: calles inundadas, colonias casi bajo el agua, banquetas destruidas, calles con baches, hoyos y socavones, nos hablan de necesidades que están siendo ignoradas y relegadas.


Nuestra ciudad no es perfecta, ningún lugar lo es, pero las situaciones se resuelven enfrentándose y no maquillándolas. Por eso estas obras son necesarias: porque nos recuerdan que la memoria colectiva es un territorio que no se deja borrar tan fácilmente. Documentar es resistir, y resistir —a veces— es lo único que nos mantiene mirando de frente la verdad y la realidad de nuestra ciudad y nuestro país.

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