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El juego es un espejo de la humanidad

La exposición de Francis Alÿs Juego de niñxs, que se mantuvo en Estación MAZ hasta principios de abril, documenta el carácter político de los juegos de las infancias en todo el mundo.

Por Sofía Quezada

 


En la República Democrática del Congo, un niño desafía pendientes tóxicas mientras empuja una rueda industrial —gesto que evoca a Sísifo pero subvierte su tragedia: no como castigo divino, sino como respuesta lúdica a una condena histórica— y transforma desechos de la minería en pretextos para la diversión. Ésa es una de las poderosas imágenes de Juegos de niñxs, la exposición de videos documentados por el artista belga Francis Alÿs y que se presentó hasta el 6 de abril en la extensión del Museo de Arte de Zapopan llamada EstaciónMAZ.

La exposición documenta cómo las infancias reinventan el mundo a través de coreografías que oscilan entre la supervivencia y el gozo, y así convierten el juego en acto político frente a crisis heredadas. Consiste en un archivo visual de 30 videos, algunos de ellos en zonas afectadas por crisis económicas o tensiones sociales, así que funcionan como una metáfora de los cambios y conflictos contemporáneos.




El trabajo se distingue por su enfoque documental, pues registra estas dinámicas sin emitir juicios. Alÿs nos invita a reflexionar sobre cómo las condiciones sociales y políticas influyen en la manera en que los niños perciben y recrean el mundo. La exposición no busca condenar ni justificar la violencia en el juego, sino presentarla como una realidad inherente a la experiencia infantil en contextos de conflicto.

Al entrar a la sala, el primer metraje que observé y que me confrontó era grabado en República Democrática del Congo. Un grupo de niñxs emitiendo una especie de canto con una frecuencia baja que, por alguna razón que desconozco, atrae a los mosquitos que vuelan sobre ellos, para que puedan aplastarlos. La escena oscila entre lo lúdico y lo trágico: un gesto infantil que es también una estrategia de supervivencia. El sonido que emiten se convierte en un arma contra la plaga, una solución espontánea a un problema cotidiano en una región donde los mosquitos son un gran problema de salud pública. Alÿs demuestra que el juego no es solo una actividad de entretenimiento, sino también un mecanismo de adaptación al entorno.



En otro video de República del Congo, podemos ver una montaña enorme que es retada por un niño que empuja una rueda de casi su tamaño por la ladera. La empuja una y otra y otra vez; podemos ver cómo se cansa, pero lo que me pareció más impactante fue que esta montaña enorme es escoria de una mina clandestina de cobalto, una de las más extractivistas del mundo, e ilustra el resultado de más de un siglo de extracción y el colonialismo.

También lo relaciono con la paradoja de Sísifo, el mito griego de un hombre que ha sido obligado a empujar una roca eternamente cuesta arriba, esperando el momento para verla rodar hacia abajo. El niño, notablemente exhausto y expuesto a una montaña de escoria que también representa el peso de estas estructuras de poder sobre las infancias, y quizás sin ser consciente, disfruta del esfuerzo que realiza para un fin que es mera diversión.

Al contrario de Sísifo, que está consciente de su condena, para este pequeño es su realidad, es su entretenimiento, su escape, su placer, su gusto. Aquí hay una contradicción, ya que mientras la acción de Sísifo es vista como un castigo, en la imagen del niño, a pesar de haber sido sentenciado a su condición solo por haber nacido en un lugar determinado, no se ve como una condena.

En otro metraje, entre las ruinas de la estación de radio que el Estado Islámico usó para difundir sus consignas, un grupo de adolescentes iraquíes juega con un balón invisible bajo el sol de Mosul. Sus gritos de “¡gol!” resuenan en calles donde en 2015 el ISIS acusó por idolatría a equipos “occidentales”.

Alÿs captura este juego fantasma, filmado en agosto de 2017 durante la liberación de Mosul, y documenta así no solo un acto lúdico, sino un ritual de memoria colectiva. Los jugadores reconstruyen en el aire un balón prohibido, convirtiendo cada regate en un desafío silencioso al fanatismo que los obligó a borrar el futbol de sus vidas.

Otro vide impactante fue “Espejos rotos (Ciudad Juárez)”, que muestra cómo, entre casas abandonadas por el narcotráfico, los niños convierten fragmentos de vidrio en prismas de resiliencia: persiguen reflejos solares que imitan el rastro de balas, transformando el horror en danza lumínica.

Alÿs captura cómo este juego ritualiza la violencia, donde los destellos devienen balas inofensivas y las risas neutralizan el miedo. Los espejos rotos, testigos mudos de desplazamientos forzados, se vuelven herramientas para refractar la realidad: un acto donde la infancia no evade el trauma, sino que lo reordena mediante reglas inventadas. El juego no redime el horror, pero lo hace habitable: un juego marcado sobre las heridas de una ciudad marcada por el despojo.

Su interés en diferentes culturas también acerca este proyecto a las preocupaciones de la antropología, con lo cual muestra tanto la singularidad como los aspectos transculturales del juego infantil. La obra de Alÿs resuena con los temas encontrados en los rituales que realizan los niños y enfatiza la persistencia, la repetición y la dimensión transnacional del juego, sugiriendo que, a pesar de las diferencias culturales, los niños comparten ciertas estrategias de afrontamiento universales.

Además, al sugerir que las luchas sociales y políticas globales tienen un impacto directo en la forma en que la infancia se enfrenta a la realidad, el trabajo de Alÿs recuerda la reflexión de la antropología cultural sobre la transmisión de prácticas y valores a través del juego y cómo, desde una perspectiva simbólica, los niños son portadores de las tensiones sociales heredadas.

Juegos de niñxs no solo me reconectó con mi infancia, sino que reveló el juego como acto político y lenguaje universal de resistencia. Alÿs demuestra que, incluso en contextos hostiles, el juego no es evasión, sino herramienta para habitar críticamente el desastre: un archivo urgente sobre lo que los niños hacen con los escombros. Su obra es un recordatorio: toda revolución empieza como un gesto lúdico.





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