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Compre rocas recuperadas de bosques extintos: La Primavera y El Nixticuil. ¡Pocas existencias!

Cuando la distopía conoce el capitalismo tardío. No luchemos por nuestros espacios verdes, ¡hay que llorar por ellos cuando hayan sido arrasados ​​por el cartel inmobiliario y vendamos los remanentes como objetos de colección!

 

Grisell García


De la mano de María Villareal Farías, Al vacío es una propuesta conceptual de una empresa ficticia cuya premisa radica en la ejecución de una marca que busca preservar y comercializar objetos irrecuperables de los bosques de La Primavera y El Nixticuil. Desde piedras hasta cortezas de pino, que son selladas con el método del vacío molecular para que los elementos recuperados no se degraden al no tener contacto con el oxígeno.

La exposición de la obra en formato se dio el 25 de noviembre en la Blackbox del Edificio V del ITESO, formando parte de la exposición de trabajos del Taller de creación física: Lo Digital. Fueron expuestos sobre una mesa cuatro ejemplares sellados al vacío, a la par de una caja de embalaje con los motivos de la empresa, así como un video donde se muestra el procedimiento de la producción de la mercancía, una tote-bag temática y stickers con un código QR que te dirige a la tienda online, donde podemos ver los diferentes productos del catálogo, sus procesos y contextualización.

Desde hace más de dos décadas, diversas organizaciones independientes han estado ocupándose incansablemente de la defensa del territorio de los diferentes bosques que están dentro de la ZMG, reflejando en el despojo las consecuencias de los intereses de los cambios políticos y gubernamentales de los últimos años.

Según el sitio de periodismo ZonaDocs, se han registrado hasta 2023 los daños que ha sufrido El Nixticuil, desde zonas invadidas, pérdida forestal, el desplazamiento de su fauna, inundaciones e incendios. Además, el bosque ha sido rodeado por 18 fraccionamientos en las últimas dos décadas. El bosque se enfrenta a empresas inmobiliarias, constructoras, autoridades que operan con construcciones sin permisos, conflictos de intereses y muchas cuestiones más.

La mesa de Al vacío. Fotografía propia.


La obra acierta en su conceptualización, donde se hace un banal esfuerzo de conservación que es incluso superficial para “proteger” fragmentos que quedaron de la destrucción, como si fueran souvenirs o especies extintas, cada pieza perteneciente a algo mucho más grande que todos nosotros. Los bosques siguen existiendo, pero están en una amenaza constante. En la exposición, de cuatro muestras, dos ejemplares perdieron el procedimiento de sellado por un peligro en su almacenamiento. Lo relaciono directamente con la propiedad intrínseca de los recursos naturales, que no son renovables y no fueron hechos para ser inmortalizados, sino para transformarse.

Al vacío es contundente: atiende una problemática real donde el patrimonio ambiental ha sido privatizado y demolido, sin tener en cuenta la destrucción ambiental y el desplazamiento de especies nativas. La pieza se convierte en un dispositivo político que denuncia la lucha por la protección de nuestros bosques y su naturaleza finita. Utiliza la ficción donde el patrimonio ecológico se convierte en mercancía, un paralelo directo al mismo bosque, que deja de ser ecosistema y se convierte en terreno para comprar, vender y construir. No sólo es un medio de denuncia: es la advertencia de lo que está por venir.

Algunos de los "productos" de Al vacío. Fotografía propia.




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