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La etimología del duelo

Fragmentos de ausencia es una exposición sobre el duelo, pero su título parece olvidar el origen combativo de la palabra. Las obras, fruto del trabajo de los artistas en su último semestre de la carrera de Arte y Creación, logran capturar tanto el sufrimiento de la pérdida como el conflicto interno que trae consigo. Pero los títulos de la exposición y de las salas limitan lo que las piezas realmente dicen: una exposición que funciona a pesar de sus nombres, no gracias a ellos


Por Julieta Gordillo


Fui a la inauguración de Fragmentos de ausencia, una exposición colectiva curada por Infiniciolab y producida por Leah Sabel Díaz Carreón, Isabel Fernández Burgos, Alejandra Vélez Paredes, Andrea Villa Velázquez González y Alejandra Vázquez Hernández.

El título me hizo pensar inmediatamente en la pérdida, en la muerte. Pero la exposición aborda el duelo de manera mucho más compleja, y me pregunté si el nombre era también un guiño etimológico intencional. “Duelo” viene del latín duellum (combate) y engloba no sólo el sufrimiento por una pérdida, sino el conflicto: con otros, con uno mismo, con la memoria.

¿Qué hubiera pasado si el título hubiera jugado más abiertamente con esa dualidad? Fragmentos de ausencia es poético, sí, pero quizás demasiado acotado para la multiplicidad de voces, técnicas y conceptos que conviven en el espacio. Aun así, los artistas sí lograron salirse un poco de esos límites porque la convocatoria fue un tanto vaga: “Buscamos artistas emergentes con obra propia que dialogar con el tema del duelo desde una íntima perspectiva y personal”.


Invitación al diálogo Pensar el duelo en el contexto de Fragmentos de ausencia. Instagram: InfinicioLab.


Algunas obras pedían un marco conceptual más amplio. Un ejemplo es la pieza de Isabel Fernández que hace referencia a Don Quijote de la Mancha, o Deberías de ver mi corazón, de Jair Barba, que representa a un boxeador golpeado que materializa las consecuencias físicas del dolor emocional. Ambas tenían ese potencial de explorar el duelo como combate de manera más explícita, si acaso la curaduría hubiera explorado esas áreas.

Lo que sí disfruté mucho fue la cohesión de cada sala. Lo que nos toca fue mi favorita: las obras de Alejandra Vélez y Montserrat Covarrubias dialogaban sobre la familia, la infancia y la memoria. La sala principal también utilizaba una mecánica similar, especialmente con las obras de Gabriela Alba y Ake Vázquez, que exploraban mediante la palabra y la poesía visual inquietudes y ansiedades cotidianas. Me gustó el detalle curatorial de usar materialidades similares (papeles en la pared colocados como post-its) para unificar la propuesta.

Mi único problema, nuevamente, está en la apuesta por los títulos. Lo que nos toca logró la mejor conexión entre obras, pero su nombre no refleja la profundidad de cada una. Y eso sucede con los títulos de la exposición en general. Parecen no estar a la altura de la intimidad y complejidad de las piezas, muchas de ellas creadas por estudiantes del último semestre que claramente depositaron su amor y pasión en este proyecto.

Fragmentos de ausencia estará abierta hasta el 3 de diciembre. Visítala en Hidalgo 2063.

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